Hace algunos días sucedió que a una joven de nuestro colegio alguien le había sustraído un efecto personal de gran valor para ella.
Se trató de enfrentar el problema con la mayor calma y haciendo conciencia que el asusto debía resolverse, que no se podía perjudicar a una persona, posiblemente solo por una broma, que no se podía crear en el grupo de compañeros un ambiente de incertidumbre y desconfianza porque esta situación generaba dudas sobre cualquiera.
Se propusieron diferentes formas de solucionar el problema.
El desenlace si dio de la siguiente manera, en forma muy inteligente y discreta la persona que había tomado lo que no le pertenecía hizo aparecer en un lugar del colegio en una funda de regalo el objeto que había sustraído.
Nos parece que el problema se resolvió de la mejor manera, es decir restituyendo a la persona afectada lo que le pertenecía, y al mismo tiempo manteniendo en incógnita la persona que inicialmente hizo el daño y que luego se corrigió, de esa manera no se mancho su nombre ni su honorabilidad, seguramente escucho los consejos que recibió comprendió el daño que había provocado. Al final un final feliz, esta es una muestra de cómo se resuelven los problemas y como se debe crecer también en ese sentido
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