TENEMOS UN CARDENAL

Con inmensa alegría hemos recibido en esta semana la noticia de que nuestro querido Mons. Raúl Vela ha sido nombrado Cardenal del Ecuador por su santidad el Papa Benedicto XVI.

Mons. Vela ha sido parte fundamental de la Asociación  San Gabriel, como miembro fundador  ha seguido siempre de cerca y ha visto crecer esta obra que es de Dios; ha trabajado silenciosamente por el San Gabriel en forma eficaz como es su estilo y a nosotros los misioneros de esta comunidad   nos ha recibido y adoptado como miembros de su familia.

Toda la familia San Gabriel está feliz por Mons. Vela y quedamos en la espera de poder encontrarlo personalmente para poder celebrar con él.

Hemos recogido un artículo del diario La Hora escrito por el Dr. Carlos Freire Granizo, que es un retrato escrito de Mons. Raúl Vela Chiriboga.

Homenaje al hombre bueno

Monseñor Raúl Vela Chiriboga, arzobispo emérito de Quito, ha sido nombrado Cardenal por el papa Benedicto XVI. La noticia alegra a los católicos y a t

odos los ecuatorianos de buena voluntad. Mons. Raúl Vela no ha sido figura mediática, no ha gustado de aparecer en los periódicos ni en la televisión, porque es un obispo humilde, un sacerdote auténtico, no necesitado de alabanzas y zalemas para cumplir con sencillez su deber.

Entre sus cualidades destaca, para este cronista, su bondad alegre (en eso se nota su paso por el Colegio Salesiano Santo Tomás Apóstol de su ciudad natal, Riobamba). Siempre sonriente, sin transparentar sus angustias, ni exhibir sus cruces, la palabra amable y afectuosa brilla en sus labios, la broma certera y respetuosa con los amigos alegra sus conversaciones. Se interesa por lograr acuerdos con el diálogo, sin renunciar a los principios inamovibles de su fe.

Como sacerdote y obispo ha tenido muy a pecho la celebración litúrgica apegada a las normas y transida de devoción, cultiva, en la misma línea que Benedicto XVI, la teología de la liturgia como un camino seguro y certero, sin complicaciones, hacia el Señor Jesús.

Su labor pastoral como Arzobispo de Quito no se convirtió en un camino triunfal ni en un sendero de rosas: se puede decir que en ocasiones “los suyos no le recibieron” a pesar de sus ansias de comprensión y de servicio; al padre afectuoso algunos seres ínfimos le pagaron con ingratitud, malas maneras y grosería. Es triste. Pero supo siempre sobrevolar esas mezquindades humanas, llevado por su bondad y su anhelo de “ser todo para todos”.

El Ecuador católico se identifica con su nuevo cardenal y le desea largos años más de servicio a la Iglesia y a la Patria. Los fieles de la Arquidiócesis de Quito le agradecemos su labor callada pero segura, sin oropeles pero con unción, su entrega total al servicio del Evangelio. Sus amigos le felicitamos con entusiasmo, con sano orgullo y madura devoción. Esta ha sido una noticia positiva en medio de un clima gris de mediocridades y mentiras. Sobrevive la esperanza.