Bastantes historias, poemas y canciones giran alrededor de este ser maravilloso, cuya abnegación y amor son incomparables
Es este amor de mamá el que genera varias muestras de afecto. Y una de ellas son las serenatas en el día de la madre. Personalmente no pude dormir la madrugada del domingo porque la música y los artistas desfilaban uno tras otro, cantando a la madre en nombre de los hijos residentes en estados Unidos, Italia y España
Al escuchar esos nombres me di cuenta de una realidad: Mientras algunos hijos están a miles de kilómetros de distancia pensando si ya habrá llegado la serenata para mamá, los hijos que vivimos a escasos metros de ella no nos hemos acordado de su amor
Mientras unos hijos tienen apenas el recurso del teléfono para escuchar a su madre, los que podemos hablarle, tocarle y mirarle todos los días la hemos olvidado. Incluso el hijo de la serenata se hace presente a veces cada día de la madre con su canción, y nada más
Algunas madres cada vez están más solas. Cada vez es mayor el número de madres que no escuchan la voz de sus hijos porque son quince y hasta veinte años de ausencia
Cada día hemos ido perdiendo la hermosa obligación de compartir con mamá, de vivir con y para ella con nuestras actitudes diarias. Ahora los compromisos sentimentales, los amigos, la moda y los tiempos modernos han relegado a la madre a un cruel anonimato en nuestras vidas
Cuando vamos de paseo mamá no va con nosotros sencillamente porque ya no puede ir a nuestro paso, o porque nos arruina el día con su genio y su forma de ser
Con apenas quince a lo mucho veinte años de edad algunos hijos han olvidado cuánto hizo mamá por ellos y cuánto hace todavía al desvelarse esperando su regreso a casa
Hemos olvidado los nueve meses que nos llevó en su vientre, sus dolores de parto, por la pobreza, a veces en manos de una partera; hemos olvidado sus cuidados a la madrugada, los cambios de pañal, las idas al médico para las vacunas, las visitas al colegio y la catequesis
Hemos olvidado que cuando niños le “arruinamos” sus años porque se quedaba en casa cuidándonos o porque nos tenía en brazos todo el día. Hemos olvidado que ella no sólo detuvo su paso para ir a la par con el nuestro, sino que se detuvo completamente para enseñarnos a caminar
Pero ella no se olvida de nosotros. Aún en su día está trayendo y llevando cosas para atendernos de la mejor manera. Nos da de comer aunque haya fiado en la tienda
Ella nos recuerda todos los días. Para ella nacimos ayer y todos somos angelitos dignos de recibir otra vez la poca vida que le queda
Por eso deja de dormir y se acerca a la ventana a escuchar la serenata del hijo ausente; y sus ojos le traicionan cuando escucha la frase: “Madre prepara mis cosas, porque tengo que partir, a buscar nuevas fortunas, aunque me cueste salir…”
Dice bien la canción: A buscar nuevas fortunas, porque ya tenemos una en casa: Mamá
Una fortuna que debe ser la mayor riqueza de cada hijo
Por Milton López Tello
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